Cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a los otros para que hagan lo mismo. Nelson Mandela

Hacer brillar nuestra propia luz en el contexto actual, para algunos podría parecer una quimera. Muchas veces las circunstancias ajenas las hacemos propias porque logran afectarnos, superan el respeto a nuestros límites personales, y en consecuencia, producen en nosotros una reacción que hace prevalecer su poder por encima de cualquier otra cosa.

Sin embargo, la única opción para salvarnos es precisamente esa. Brillar no es más que dar al interruptor de la luz y dejar sobresalir la propia hermosura que tenemos como seres humanos. Pero antes de encenderla nos encontramos a solas, estamos a oscuras, y llenos de miedo.

Aquí es donde entra en juego esa fuerza que nos permite estar conectados con nosotros mismos, en una conversación donde estar dispuesto a escucharse, a sentirse y a aceptarse sin barreras. Nathaniel Branden (2011), en su libro “El poder de la autoestima”, afirma que:

Autoaceptarse no significa no desear cambiar, mejorar, evolucionar. Significa no estar en guerra con nosotros mismos, no negar nuestra realidad actual, en este momento de nuestra existencia.

Esa autoaceptación nos habla de ir a favor, de no anularse, pero sí de amarse. Nos habla del autocuidado para atender las propias necesidades, de la autoempatía para comprenderlas, y de una autonomía emocional que se dice a sí misma “soy querible”, “soy valida”, y “tengo dentro de mi todo el amor que necesito”.

Esta fuerza posiciona a la persona en un lugar seguro en tres niveles de consciencia. Por un lado el cuerpo coge tono, se ancla al suelo y se estabiliza. Por otro lado respira , expande el pecho, y regula las emociones desde la templanza. Y por último rompe las barreras de la intolerancia, abre oportunidades a la creatividad y permite dar paso a lo nuevo. Cuerpo, emoción y mente se integran para sostenerte. Es el remanso de paz que te consuela, te abraza y te acoge sin condiciones.

Creo que la fuerza para estar con uno mismo es la base de la confianza y el poder personal, para que después sea posible que el potencial comunicativo que tenemos todos los seres humanos se exprese con libertad para conquistar cualquier proyecto que cada uno se proponga en su vida. Es por eso que considero que la fuerza de la comunicación es la principal palanca que impulsa y mueve el mundo.

Hagámonos conscientes hoy de nuestra propia luz para que se contagie y se expanda por todos los lugares de la tierra.

 

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