Para encontrar tu propio elemento tendrás que desafiar tus propias ideas y a ti mismo. Ken Robinson (2014) en su libro “Encuentra tu elemento”

Identificar nuestro “elemento”, como denomina Robinson (2014), es reconocerse a uno mismo en algo concreto y observable en nuestros comportamientos diarios. Es a lo que estamos llamados a desafiar con la experiencia para hacerlo sólido dentro de nosotros. Es el soporte que valida a la persona como alguien confiable y auténtico. La fuerza de voluntad, la alegría, la paciencia, la honestidad o la creatividad son algunos ejemplos. ¿Cuál es el elemento interno que ejerces de una manera distintiva y natural?.

Antes, unas preguntas para la reflexión: ¿Cuántas veces habremos desistido de lo que somos por compararnos con otros?; ¿cuánto daño habremos generado y cuántas excusas habremos puesto por negarnos a lo que somos?. Y en esos casos ¿dónde estaba puesta la intención?. Posiblemente sea cuestión de enfoque y perspectiva. Rober Fisher (2005), en su obra titulada “El caballero de la armadura oxidada”, relata:

Nunca le habían importado mucho los espejos porque nunca se había considerado muy guapo. Pero Rebeca insistió, así que, de mala gana, se colocó ante un espejo y contempló su reflejo. Para su gran sorpresa, en lugar de un hombre alto con ojos tristes y nariz grande, con una armadura hasta el cuello, vio a una persona encantadora y vital, cuyos ojos brillaban con amor y compasión.

En esto de conocerse, el espejo es nuestro mejor aliado si así lo queremos. Como en casi todo, se trata de actitud, la de “estar dispuesto a ver”, y en consecuencia, la de «estar dispuesto a ser». La auto – observación es un ejercicio que va de mirarse bien, de descubrirse para, entonces, experimentar en lo cotidiano esas cualidades personales, esos valores que nos representan y esas creencias que nos impulsan, para reafirmarnos en lo valioso de nosotros mismos a nivel humano.

En ello entra en juego la capacidad de reconocer por igual tanto lo más preciado de uno mismo como los aprendizajes que se necesitan para hacerlo crecer. Un recurso que nos permite afrontar la realidad de lo que somos, tanto de lo que funciona como de lo que no, y el potencial tan grande que existe dentro de nosotros.

Es abanderar una forma de ser diferenciadora de la que sentirnos orgullosos, con el fin de hacerla cada vez más excelsa, y sin olvidar la importancia de ponerla al servicio de nosotros mismos y del mundo. Es fundamental darle un sentido.

¿Quién soy? Abrirse a esta pregunta es la primera antorcha que debemos prender para hacer de nuestra vida y la de nuestro entorno un camino significativo y coherente.

Y recuerden: no se trata de decir quién soy, sino de ser ejemplo de lo que soy. Hagámoslo fácil. Hagámoslo posible.

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