Dicen que el osado es el que se atreve a afrontar las situaciones con valentía y entereza. Dos palabras que en sí mismas tienen mucha fuerza. Más, si encima se combinan juntas.

La Valentía habla de autodeterminación, de impulso y de hazañas heroicas. La Entereza de la cualidad para afrontar una dificultad con serenidad y fortaleza manteniendo vivo los propios principios. Pero cuando la apuesta es la de ser valiente y entero en lo que a uno mismo respecta, ¿qué planteamientos hacerse?. 

La Osadía no entiende de dolor, de queja, de crítica, o de culpas, porque le restan valor. Sin embargo, sabe de intuición, de verdad y de creer en uno mismo. La Osadía resurge cuando comprende que estaba sentada sobre un tesoro y no se había dado cuenta hasta ahora. Y es entonces cuando pone su mirada en quién es y hacia dónde quiere ir. Reconoce internamente a la persona que hay dentro, la mira a los ojos y la dice “TE VEO CON TODAS LAS LETRAS”.

A partir de ese instante, tan sutil, tan breve, pero tan intenso, la persona abre sus sentidos y empieza a percibir señales que le guían con luz propia, y que son el motor que le hace estar vivo y abrir su corazón sin lugar a dudas. Quiere seguir su propio rumbo, el que ha decidido por sí misma.

La Osadía de Ser Tú, cuando despierta, se mira al espejo y pronuncia su nombre con rotundidad y orgullosa de su sonido, de su significado y llenando la sala de respeto absoluto por la persona a quien representa. Y ese es el punto de anclaje más poderoso para saltar al vacío con el total convencimiento de estar en el camino acertado.

Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te llevarán a él. Paulo Cohelo

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